Diego Francisco Calderón
¿Qué es ser un náufrago perdido?
Esclavo y penuria del azar
y agitación del viento
Yo he escogido la libertad,
tempestad e incertidumbre
por ningún otro motivo
mas que el hinchar del corazón
Soy náufrago de mi propia mano
nómada de mares por amor
y en el bronce de mi piel
éxtasis y adrenalina por el Sol
ojo eterno, movimiento, vida y juez
¡Ah!
¡Como invocas el espíritu
del agua a volar cual soplo final!
Gigantes de vapor
Estoicos frustrados a reventar de pasión
Un llanto bíblico dispuesto a calmar
la furia solar
¡Viento!
Hijo de contrastes, navaja y caricia
¡Haz temblar el líquido suelo terrenal
como cabelleras rizadas de la tempestad!
Corona de Neptuno, sal y profundidad
mío seas eterno caos hasta agotar
la valentía candente de mi Voluntad
y como la tormenta invernal
deja como huella y aliento suyo
un dorado crisantemo primaveral
sea tu retoño esta blanca espuma
vagante en el vasto mar
Níveo, y despejado: blanco
Tan blanco como el desierto polar
ligero, alto e intrépido
como el heróico vuelo del halcón
Plumaje oceánico
Palimpsesto de valor
¡Ícaro!
¡ÍCARO!
Medalla olvidada
Laurel ensombrecido
Espectro dorado; niebla de gloria
¡Comando tu presencia!
Pues sé que has sido mal juzgado
Grito de victoria, alba del porvenir
¡Invoco el sismo de tu nombre;
el retumbar de tu voz!
Soy yo heredero de tu legado
tan mal entendido; tan mal señalado
por pulsos cristalinos
de arena quemada y fundida
vencidos derrotados en calor,
débil temple de oropel
cadáveres vivos sin color
¡Oh Ícaro! ¿Acaso me has escuchado?
¿Sientes el incremento de mi corazón?
He visto lejanas playas
de crepúsculos ya apagados
mustios ayeres subterráneos
y un destello brillante en el espacio
Cometa loca desenfrenada
diluvio de fuego diamante
y donde todos vieron imprudencia
yo me dije: «He aquí un presagio:
el regreso a la Tierra viva y sin descanso»
Son estas virtudes del humano:
cálculo, seriedad, paciencia
De todo ello estoy harto
Valores pesados y grisáceos
Cenizas y suspiros cansados
¡Mi deseo desborda cumbres
Ánimo y roja adrenalina!
Y si el humano es un Deber
honor y orgullo de soldado
Desde mi pecho ardiente
proclamo altamente rechazo
¡Ícaro!
Es por esto que yo te amo
Férrea pasión salvaje
Corazón frenético
de un latir naciente
en éxtasis y arrebato
que de ser carne y hueso
materia muerta de humano
deviniste implacable pájaro
de cuya tormenta caída
velocidad y fuerza centrífuga
se labró el más bello astro
dispuesto a incendiar el cielo
con los colores del más esperado ocaso:
el anochecer del humano.
He aquí tu merecido reconocimiento
tras siglos y siglos calumniado
¡Ícaro!
Maestro del aire y del cielo
Amo de la palabra;
creador de Nombre
El primero de nosotros:
el primer Superhombre.
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