Andrés García
La música es uno de nuestros mayores cómplices. Vivimos en una época en la que con sólo un botón podemos poner nuestra pieza favorita y transportarnos a un mundo que sólo puede comprenderse por ciertas combinaciones de sonidos. La música nos ofrece cosas que pensar, inventa conversaciones profundas; en ocasiones incomprensibles y en otras catárticas. No es por nada que la música forma una parte sumamente significativa de nuestras vidas. Dicho esto me pregunto: ¿Qué pasa con la música? ¿Por qué es un acompañante tan recurrente en nuestras vidas diarias? ¿Es sólo un fenómeno cotidiano? ¿Un fenómeno que ocurre en ciertas situaciones? ¿O es, más bien, un fenómeno íntimo que se desplaza desde las raíces de nuestra existencia? Me iré por este último: la música no es una simple ocurrencia cotidiana, sino una de las experiencias más íntimas de nuestro existir.
Si nuestra existencia puede comprenderse de manera explícita a partir de la música, es porque la música tiene la capacidad de reflejar nuestra existencia, y entonces, podemos decir que la existencia posee musicalidad en sí misma. No obstante, es fundamental mencionar porqué es que la música resalta tanto cuando la escuchamos. Esto sucede porque siempre estamos comprendiendo el mundo a partir de emociones y estados afectivos, la música es el reflejo de una existencia condicionada intrínsecamente por estados anímicos. De este modo, es necesario que el lector tome en cuenta que una comprensión del mundo siempre se da a través de estados anímicos, y la música es un vehículo que permite identificar nuestras emociones para descubrir cómo nos encontramos. El objetivo del siguiente texto es analizar, plasmar, evidenciar, demostrar la relación esencial que hay entre nuestra existencia y la música, y cómo es que la existencia está impregnada de musicalidad. No hay mejor ejemplo en el presente de nuestro apego por la música que el fenómeno de Spotify Wrapped para explicar la relevancia de este fenómeno.
Spotify Wrapped es para muchos uno de los momentos más emblemáticos del año. Spotify no solo hace una recopilación de nuestros artistas y piezas favoritas del año para compartirlas y presumir el paladar musical. Sino que detrás de esta performatividad que suele surgir en redes sociales, reside además un significado que revela aspectos fundamentales del oyente. Cuando escuchas la playlist que Spotify personaliza para ti al final del año retrocedes en el tiempo y reproduces —a través de la experiencia sonora — tus memorias más sustanciales y emocionales del año, como si el sonido de tu música fuera una cartelera fotográfica. Hay combinaciones de sonidos dentro de una pieza musical que cuando llegan al oído generan sentimientos tan particulares que dejan a uno sin palabra e íntimamente inmerso en la experiencia del instante musical. Cuando escuchas tus piezas más repetidas del año, aquellas que te acompañaron en su transcurso, te hacen recordar tus momentos más significativos. Estos momentos significativos los llamaremos momentos musicales históricos.
El éxito de Spotify Wrapped consiste en que logra darle al oyente una experiencia existencial personalizada desde sonidos. Una experiencia que logra conmemorar espacios íntimos de la existencia del oyente. Aquí llegamos al fenómeno de la musicalidad de la existencia. No es extraño que la música tienda a generar una gran importancia para nosotros porque logra describir, a través de su sonoridad, estados emocionales; únicos e irrepetibles. La música no puede describirse ni definirse desde sí misma. Una pieza musical siempre depende de su relación con la experiencia del oyente. A partir de esta relación, la música sale al encuentro y se significa en el mundo. ¿Qué significado se presenta en el encuentro del oyente y Wrapped? ¿Por qué el significado que se origina tiene importancia? Porque la manera en la que sentimos la pieza musical expresa situaciones que, en principio, no podemos describir con palabras inmediatamente, pero que se intuyen en cada caso. La música nos da a comprender significados que, sin ella, son propensos a quedar en el olvido; Spotify Wrapped congela nuestro año a través de un devenir musical, plasmando en una playlist la sonoridad de la existencia. Ahora bien, como dijimos previamente, la significatividad e inteligibilidad de una pieza musical cobra sentido siempre desde el estado anímico del oyente y el mundo en el que acontece, porque nuestra existencia siempre se encuentra atravesada por emociones, por más tácitas que ellas sean.
La música obtiene su sentido primordialmente a partir de estados de ánimo. Un estado de ánimo puede ser pensado como lo que le da textura a la existencia. Pueden ser las emociones más cercanas como la alegría, tristeza, enojo, miedo, nervios o algunas más profundas como la nostalgia, amor, melancolía, angustia, depresión, aburrimiento, incertidumbre, etc. Lo interesante de los estados de ánimo justamente es que son modos en los que nos encontramos, pues un modo de encontrarse remite a una situación concreta que perdura durante un tiempo determinado (o indeterminado) y que se mantiene allí (a veces sin que uno se de cuenta). El estado de ánimo nos templa y, aún más interesante, siempre nos encontramos en un estado de ánimo particular. El encontrarse tiene un juego doble porque remite a un espacio, un ambiente concreto en el que uno está situado y la emoción que permea esa situación. Es decir, los estados de ánimo siempre permean nuestro existir, aunque no los sintamos con claridad. La música en cierta medida logra liberar estados de ánimo y mostrarlos. Asimismo, la música genera un espacio de apertura en nuestro presente que permite comprenderlo y experimentarlo. Siempre estamos, de alguna manera, afectados anímicamente por existir, por nosotros mismos y por nuestro entorno. Jamás nos encontramos en un estado indiferente y neutral, sin emoción alguna. Por eso mismo la música logra hacernos comprender que todo el tiempo estamos atravesados por alguna emoción y experiencias de nuestro pasado. La música nos demuestra que existimos de forma nostálgica, porque ella es un constante recuerdo de una tierra perdida, pero que sigue viva en nuestro presente.
Siempre nos encontramos divagando por algún estado de ánimo, porque la mayoría de las veces no los elegimos, sino que más bien ellos mismos nos abordan —o desbordan—. En paralelo, cuando uno se siente triste, no es sólo esa persona como individuo que está triste en su interioridad, —desde donde luego proyecta esa emoción al exterior—, sino más bien es esa tristeza la que permea el mundo en su totalidad y le permite a uno habitar en él. Es decir, cuando yo estoy triste, el mundo se entristece conmigo porque es el mundo el que da las razones para sentirte de tal modo. Recordando además que es la música un vehículo fundamental para reflejar las emociones que permean nuestra existencia íntima e intrínsecamente y que además son las emociones del mundo en que existo. De manera similar, en su texto ¿Qué es metafísica?, Heidegger señala sobre el aburrimiento lo siguiente:
El profundo aburrimiento, que se cierne de aquí para allá, como niebla flotante, en los abismos de la existencia, envuelve consigo todas las cosas y los hombres y a nosotros mismos, reuniéndolo todo en una portentosa indiferencia. (Heidegger, 2014).
Así, la música también nos envuelve en ella para aumentar e intensificar nuestro estar en el mundo, dándole una singularidad y especificidad irrepetible. En mi caso, hay una pieza que se llama Time For Us de Nicolas Jaar. Cada vez que escucho esa pieza musical tiene la capacidad de, sin importar en dónde esté, transportarme a un lugar fuera de mí mismo, a un pasado aún presente que logra expresar emociones que solo pueden ser explicadas por los sonidos de la música; pero que me transporta a momentos nostálgicos de mi vida y me recuerda por qué razones es tan importante no olvidar. Existe una pluralidad de estados anímicos que despiertan por la experiencia musical, unos más profundos que otros, unos con modos distintos y algunos difíciles de conceptualizar. No obstante, es importante recalcar que la musicalidad de la existencia revela aspectos sumamente significativos de nuestro estar en el mundo, que aconsejan y guían el sentido de nuestro existir.
La musicalidad de la existencia le da textura y sentido al mundo. Escuchamos música para intensificar lo que estamos sintiendo en el presente, para comprender lo que está fuera de nuestro control y que no podemos elegir: nuestras emociones. Entonces, cuando tú mismo estés escuchando un playlist, una serie de piezas individuales o un álbum, significa que estás proyectando el estado anímico de tu mundo a través de la música. La existencia está compuesta de notas, melodías y armonías, la existencia está musicalizada. Asimismo, cuando veas que alguien te pida poner una canción a medio evento o plan, te percatarás que esa persona te está comunicando su modo de encontrarse en el mundo. La música es un constante reflejo de nuestra existencia, de nuestro estar siendo emocional.
Referencias:
Heidegger, M. ¿Qué es metafísica?. (2014). Alianza Editorial.
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